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SOBRE EL SENTIDO INFLAMADO DE LAS PALABRAS Y LAS COSAS QUE ÉSTAS DESIGNAN.

ESPERANZA: Vivimos siempre en espera. Un futuro anhelado puede llegar a cumplirse. Por ser posible el logro de un deseo, la esperanza incluye gozo. Una voluntad de vivir, de seguir viviendo, está en la base de toda esperanza y se espera siempre un cambio favorable. La esperanza se nutre de ausencias, pero es fuerza tan mágica que la ausencia la transforma en presencia. Presencia de lo anhelado suprimiendo el tiempo, que naturalmente ha de transcurrir hasta su presentación.

Con la esperanza se adormecen los deseos y se narcotiza al tiempo. La esperanza nos renueva las fuerzas y nos hace marchar velozmente sin fatigarnos. Como virtud, la esperanza es un justo medio. Su exceso es la presunción y su defecto la desesperación. A la vida como quehacer corresponde la vida como esperanza. La vida es esperanza pero es algo más…


DESESPERACIÓN: Mejor descrita por Sören Kierkegaard en su libro “La enfermedad mortal” está la desesperación de la debilidad. Manifestada principalmente en 8 principios:

-Perversidad (perversitas)
-Tristeza (tristis)
-Autolamentación (sui affligere)
-Evasión (evagatio mentis)
-Verborrea (verbositas)
-Indiferencia (topor)
-Pusilanimidad (pusillanimitas)
-Maldad (malitia)


DESORDEN: El odio es desorden. El ser humano implantado o puesto en un mundo dentro del cual ha de actuar y ser responsable se trata de un compromiso insoslayable a menos de eludir el conocimiento de su concreta situación al haber sido enviado a la existencia por Alguien. En cuantas regiones intente explorar el sentido de la vida.

Vive en la certidumbre de que le espera la muerte, sabe que muchas de sus aspiraciones jamás podrán realizarse, está expuesto a un eclipse momentáneo de la luz intelectual, condenado a una progresiva disminución de sus energías. Y sin embargo ni ésta ni otras limitaciones le impiden pensar en la vida. Está condicionado, por su situación y su circunstancia.
Cada ser humano tendrá un temperamento individual, un sexo, una edad; vivirá en un país y en un siglo determinado, pertenecerá a una “raza” y ejercerá una profesión u oficio. Circunstancia es contorno físico y contorno histórico, pero el yo-alma y cuerpo- no es circunstancia.

Lejos de ser “independiente” o “en sí”; el yo necesita de su circunstancia y su ser es esencialmente un ser en el mundo. Entre circunstancia y el yo hay acciones y reacciones, interacción, diálogo mudo.

Vive en un abanico de posibilidades eligiendo y renunciando, gozando y sacrificando. Dentro de una relativa fijeza formal, estas formas de vida cambian constantemente. Aquí es donde tiene su origen lo que se ha llamado evolución histórica. Porque la persona vive en el espacio y en el tiempo, con una libertad restringida; situación y circunstancia configuran y limitan la vida del ser humano. Tener conciencia de esta miseria es la única excelencia de la persona.

El lenguaje evidencia el hecho de que la persona no está introvertida, sino que se escapa de sí y se vierte en los demás seres. Siempre en la posibilidad de penetrar el mundo subordinándolo al servicio de un obrar responsable.

Dominamos nuestras fuerzas y transformamos el medio natural que nos circunda; tenemos hambre de eternidad y alimentamos a lo sublime.
Y saliendo de sí mismo, extrovirtiéndose en la realidad plenaria, venciendo su egoísmo para donarse a sus semejantes, se realiza. Lo que parece pérdida, es encuentro; Lo que parece empobrecimiento, le enriquece. El alma unida al cuerpo humano encuentra número, tiempo, dimensiones.

¿Qué Quimera es, por tanto, el ser humano? ¿Qué novedad, qué monstruo, qué caos, que prodigio o motivo de contradicción?
Juez de todas sus cosas, imbécil gusano, depositario de la mentira, cloaca de incertidumbre y error, gloria y repulsión del universo. Es el único animal hipócrita, la realidad más inestable. Dentro de una existencia efímera, la estabilidad de la existencia humana pende de un instante en el que apenas se llega, ya se ha pasado. Su vida se convierte así en una menos-vida.

Sin Dios, el ser humano se torna oscuro y se pierden un rincón del universo, donde se siente arrojado a una existencia absurda. Cerrado en su desesperación, no encuentra en este estadio ningún sentido al dolor, a la enfermedad, a la muerte, a la ignorancia y a la culpa. Inútilmente, busca la sobrecompensación con un heroísmo estoico aparente o viviendo desenfrenadamente. Si a eso se le puede llamar vida.

En sentido biológico, el ser humano no es –como tanto se ha creído- el ser más valioso de la Naturaleza. El dilema del ser humano sólo será resuelto en perfección el día que se cree por sí. Si su valor vital fuera la única medida de valoración, es preciso reconocer que el ser humano (con todo y su civilización, tecnología, economía y ciencia) es un pobre animal enfermo que no hallaría sitio en la evolución de la vida temporal.

Por eso se nos ocurre decir que el ser humano, como animal, es un animal frustrado. Mira como antes el universo, pero ahora al contemplarlo, lo teoriza y sueña con medirlo y conocer toda su extensión y linderos. Pone su juicio, su voluntad y su acción, al servicio de un comportamiento autómata que su razón le muestra como “bueno” “recto” y “ordenado”, pero tiene miedo.


Miedo a ser libre.


La verdadera libertad sólo puede experimentarse desde adentro. La libertad humana no tiene un alcance absoluto. Nunca lo futuro puede referirse directamente a lo pasado, por que lo pasado también necesita referirse a lo presente.

La Profunda Realidad es siempre subjetiva.
Pero en su sincronismo vivido, mientras el animal “carece de ideales”, el ser humano vive bajo un mandato ineludible de perfeccionamiento, traducido por la tendencia irrefrenable da la plenitud subsistencial.

La posesión de un lenguaje oral, gráfico y mímico, de la calidad de la inteligencia y la memoria atestigua la necesidad de la comunicación. Cada individuo es una existencia en vuelo a la trascendencia, hacia otra Existencia.
Coexisten fundamentalmente, por que existen por y para los demás. Así, en los entresijos del alma habrá entablado su más terrible lucha.


VOCACIÓN: Las vocaciones no se heredad, se descubren. Mientras que la vocación es un llamado que nos hace ese Alguien (sí, ese Alguien es Dios), la invocación es un llamado urgente que nosotros le hacemos, impulsados por la Miseria en el Mundo, para que nos libre de ella.
Nuestra responsabilidad estriba en el uso que hagamos de nuestros poderes y de nuestras posibilidades


Desde las raíces de la Existencia y de la Libertad, opera la Unión de la que sólo podemos constatar muy poco.


“El resto es Silencio.” Como dijo William Shakespeare en las últimas líneas de "Hamlet."

“El resto permanece sin escribirse” dice esta canción de Natasha Bedingfield:

-Siente la lluvia en tu propia piel, nadie más puede sentirla por ti, sólo tú puedes dejar que llegue. Nadie más, Nadie más puede hablar de tu boca tus palabras. Mójate en las palabras que no has dicho. Vive tu vida con los brazos abiertos. Hoy es donde tu libro empieza. El resto permanece sin escribirse.-

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